jueves, 21 de noviembre de 2013

4 de diciembre: DÍA NACIONAL DE ANDALUCÍA


El año pasado se recordaba una vez más esta fecha histórica, tan alejada de la actual realidad andaluza, haciendo mención a su espíritu, entre vídeos sacados de aquellas inmensas manifestaciones, canciones que ilustraron la fuerza de entonces del Pueblo Andaluz, entrevistas a los protagonistas oficiales y oficiosos y presentándola ya, por alguna prensa y cierta televisión, como una reliquia del pasado. Hasta el entonces Presidente de la Junta de Andalucía, en esos arranques de oportunismo que padecía, soplado por su cómplice de gobierno, tuvo el gesto tardío de nombrar a Manuel José García Caparrós, asesinado aquel 4 de diciembre de 1977, Hijo Predilecto de Andalucía. Un gesto más de la hipócrita política del gobierno andaluz que continúa poniendo de manifiesto la desvergüenza de que, después de 36 años, siga sin esclarecerse la muerte de Caparrós y sin que paguen los responsables por su asesinato.

                Diferentes organizaciones, partidos políticos extraparlamentarios y los oficialistas protagonizaron diversos actos, aislados, cada uno por su cuenta, para dejar esa huella justificativa de un hecho que debería ser orgullo y motivo de unión de todos los andaluces.

Pero hasta para eso somos pobres. Porque, independientemente de los actos y reivindicaciones de cada formación, el espíritu del 4-D debería haberse conformado con un llamamiento a la unidad y la lucha por parte de todos los partidos políticos andaluces, y haberse concentrado en una sola manifestación sin siglas y solo con Arbonaidas al viento, gritando y demostrando que la fuerza de aquel día sigue viva en nosotros y que aún, a pesar de las dificultades que estamos sufriendo, nos levantaremos y volveremos a ser lo que fuimos.

Pero no fue así y me temo que este año tampoco lo sea. El PSOE e IU lo querrán utilizar y monopolizar, como el año pasado, con esas proclamas de usar y tirar y que buscan más la confrontación con el gobierno central que la verdadera reivindicación y lucha por el Pueblo Andaluz. Ningún partido centralista pretendería otra cosa fuera de hacerles el juego a sus amos de Madrid. Unos, porque les encantaría desmantelar nuestra Autonomía; y otros, porque quieren seguir teniendo su particular granero de votos y utilizar a Andalucía para sus propios intereses, como ha venido siendo hasta ahora.

Y el resto de partidos y organizaciones que se denominan nacionalistas siguen ahí, sin apenas representación, con un espíritu triste, aislados, sin saber cómo manejarse en estos momentos en que cada vez hay más andaluces en extrema necesidad y nuestra tierra necesita de soluciones conjuntas y no de aislados manifiestos, más centrados en las formas que en el fondo. Porque es el fondo  quien reclama más unión que nunca, más capacidad movilizadora y reivindicativa, más generosidad e inteligencia que la que hasta ahora han demostrado las organizaciones nacionalistas, incapaces de tener poder de convocatoria suficiente como para recobrar aquél espíritu del 4-D. Y la misma extrema necesidad es la que parece inspirar todas nuestras acciones y comportamientos, la que nos hace instalarnos en el miedo eterno y movernos con el único fin de asegurar la satisfacción de las necesidades básicas, olvidando nuestros valores y sentimientos de pertenencia, nuestra creencias culturales y nuestras necesidades de autorrealización y autoestima. Y por ello, nos doblegarán definitivamente como Pueblo y como Personas.

Un año más traicionaremos el espíritu del 4-D, Día Nacional de Andalucía, con menciones que recurrirán al tópico y a restar valor a esta emotiva fecha. Un año más la cobardía y la irresponsabilidad de los partidos políticos centralistas la descargarán a conciencia de contenido y de simbología. Y otra ocasión perdida para los partidos y organizaciones nacionalistas que solo en las formas querrán resaltar sus diferencias, que nombrarán en vano a Blas Infante y ondearán la Arbonaida, conformándose con el teatrillo particular y triste de cada año, cada uno concentrándose en un sitio diferente, recordando una fecha sin fuerza ni convicción e intentando demostrar en sus discursos a ver quién es más atrevido en eso del nacionalismo, buscando proclamas de confrontación estériles o justificaciones victimistas del pasado. Y nadie hablará de futuro, nadie dirá que hoy se hace necesaria la lucha y la unidad de acción, que queremos ganarnos el pan, ese pan labrado de sudor y derecho, con la riqueza y las posibilidades que ofrece nuestra tierra y que continuamente nos niegan, que exigimos respeto a nuestra cultura y a nuestra forma de interpretar la vida, que se debe abrir un tiempo nuevo que deje atrás todo lo que no sirve y que intentan mantener a toda costa, que Andalucía debe alzarse sobre principios nuevos y  valores inconfundibles, que reclama que todos sus hijos levanten su nombre en un grito cargado de futuro y esperanza, hombres de luz más generosos que nunca, más valientes y sacrificados que nunca, osados y persistentes en el objetivo de recuperar ese alma universal y solidaria que alumbre nuestro destino como Pueblo. Demos la espalda a todos los que están traicionando, con su poder y sus individualidades egoístas, el sueño que millones de andaluces supieron conquistar aquel 4 de diciembre, trágico y esperanzador, donde no faltó siquiera  que se derramara sin necesidad la sangre inocente de Caparrós. Despertemos de una vez, ejerzamos de verdad de andaluces, pongámonos en marcha con el mismo grito que un día, en su último aliento, nos dejó junto a su sueño Blas Infante: ¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!
 

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