Andaluz, dime tú, si no existen
razones para desenterrar el grito manchado de sangre, el grito que, como un
eco, recorrió la madrugada de aquel 11 de agosto en la soledad de la muerte.
Dime tú si no existen profundas razones para redimir con tu grito a miles de
andaluces que anduvieron tierras extrañas con la cruz de la emigración a
cuestas, con la necesidad metida en los bolsillos y los ojos llenos de ensueño.
Dime tú que ves de nuevo a los hijos de Andalucía perderse en otros horizontes
y otras tierras, que ves la miseria y la incultura, al hombre domado y
silencioso, a los nuevos usurpadores de la voluntad y la esperanza.
No creas que estás solo en tu grito.
No pienses que nadie lo oirá. Ni por un momento te preguntes que para qué.
Grita con todas tus fuerzas el mismo sueño al que, un día, quisieron acallar
las balas asesinas. Grita para que se cumpla, para recobrar la luz y
su alma, la dignidad de un Pueblo que tiene que conquistar su destino. Grita
con todas tus fuerzas, con todo el orgullo de ser y sentirse andaluz, con toda
la verdad: ¡¡Viva Andalucía Libre!! y que el eco prolongue tu grito, como en
aquella fatídica noche, hasta el último rincón de nuestra tierra.
