viernes, 21 de noviembre de 2014

Planteamiento base para un Nuevo Proyecto Andaluz


Albert Einstein decía que “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Ignorancia es, cuando desencantado del resultado obtenido, pretendes encaminar tus acciones con intención de que vayan en contra de otros y no de alcanzar nuevos y más productivos resultados.
Hay dos formas de enfrentarse al mundo, bien por acción o bien por reacción.  Evidentemente los resultados de la acción tienen detrás planteamientos racionales y objetivos, análisis del pasado y programación del futuro al que se quiere hacer sostenible y del que uno se reconoce como protagonista.
Por el contrario, los resultados de la reacción parten siempre de creencias limitantes, sitúan a los demás como causa de su inmovilismo, se justifica en ellos, y cree que son los demás los que tienen que cambiar antes para él poder lograr sus objetivos. Es decir, posterga toda acción porque su vida depende del cambio de actitud de los demás. La conclusión más definitiva es que se siente víctima del mundo y sus circunstancias.
Evidentemente, a la hora de diseñar un nuevo Proyecto Andaluz, tenemos que ser mucho más proactivos que reactivos. Y desde esta premisa no vale recrearse en comparaciones, ataques o resentimientos que demuestran la fragilidad del que las hace y enturbian la sinceridad de todo el proyecto.
En Andalucía se dice, tal vez con menos finura que Einstein, pero mucho más gráfico, que con los mismos mimbres no se puede lograr hacer un cesto nuevo. Para hacer un cesto nuevo hace falta olvidarse de los viejos mimbres, de las viejas estructuras, incluso de las viejas reivindicaciones. Porque el pasado solo debe servirnos como aprendizaje para entender el presente y programar el futuro.
El presente ya sabemos cómo está. Y el presente Andaluz, el peor de todos. Y de ahí es de donde debe nacer otra forma de hacer las cosas. Las políticas en Andalucía de estos últimos 35 años del pan para hoy y el hambre para mañana, nos han traído a padecer, ya hoy, el hambre del mañana. Y ante esta situación ni valen palabras ni “postureos” políticos ni más engaños. Mimbres viejos y mediocres, recocidos y alimentados del biberón de los partidos, con políticas absurdas e improvisadas, reactivas e inútiles, es el material que sirve para que los partidos centralistas, que gobiernan la Junta de Andalucía, sigan haciendo sus pobres cestos de miseria y desolación, de incultura y corrupción, de mentira y ajenos, siempre, a las verdaderas necesidades de los andaluces.
No vamos a esperar a que estos partidos cambien, a que de nuevo quieran engañarnos con palabras de renovación y cambio del recambio como siempre han hecho. Vamos a ser proactivos, vamos a accionar de verdad, vamos a crear herramientas que verdaderamente nos sirvan a los andaluces para satisfacer nuestras necesidades, para recuperar nuestra cultura, siempre tan expropiada,  para adueñarnos de un destino que nos corresponde por nuestra singularidad, nuestra historia y nuestra responsabilidad como andaluces.
Un proyecto nuevo para un hombre nuevo que está por escribir y diseñar, pero que se hace necesario no perder un minuto más en comenzar el camino.
El libro de Tomas Gutier y Manuel Ruiz Romero, “Cara y cruz del Andalucismo”, nos da una serie de claves que nos pueden llevar a una reflexión muy productiva. Después de un análisis de la historia política de Andalucía desde la transición y del movimiento andalucista, no quedándose en la simple crítica, sino en el análisis profundo, plantean una reconstrucción del andalucismo y unas claves para el futuro que son de una consideración exquisita.
Quiero partir de una primera, la que expresan en el apartado “Manifiesto por Andalucía”, cuando textualmente declaran: “El andalucismo profesional ha muerto, es la hora del nacionalismo de conciencia” Y continúan luego diciendo: “Mienten quienes dicen que este pueblo no cree en sí mismo y es incapaz de autogobernarse; cuando conozca la existencia de un proyecto serio para Andalucía, podemos estar seguros que el pueblo Andaluz sabrá responder”.
Pues bien, ha llegado ese momento, el momento de realizar ese proyecto serio y con futuro para Andalucía. Y este proyecto, al igual que su desarrollo posterior,  debe constituirse desde la mayor participación de todos los andaluces preocupados por su tierra.
Y partiremos de planteamientos que ambos autores han resumido tan acertadamente que los transcribo de manera literal:
1.       Ha de ser un proyecto totalmente nuevo, diferente y atractivo. Tanto en el fondo como en la forma –más en el fondo que en la forma- y así debe exponerse y lograr que sea visto por el pueblo.
2.       Tiene que huir de personalismos y de intereses personales. Ha de ser algo conjunto y dirigido a quienes creen en Andalucía.
3.       Debe mostrar coherencia, sensatez y claridad ideológica, elaborando un proyecto  definido. Décadas de indefinición parecen suficientes.
4.       No puede ser algo exclusivamente electoral. El debate político, la cultura y la identidad, el ser andaluz, deben estar presentes en todo momento. Ni siquiera un nacionalismo con gran soporte electoral implicaría necesariamente, o ha implicado en muchos casos puntuales, más conciencia andaluza.
Y añaden, luego, algo fundamental: “El impulso de esta idea no debe llevarnos nunca al rechazo de otras propuestas de trabajo estratégico en común. Todo lo contrario. Es necesario estar presentes en su desarrollo, analizando, tanto su avance y evolución, como la viabilidad, conveniencia y posibilidad de sumarnos a las mismas. Contradictoriamente, las dos fechas más simbólicas para el andalucismo militante (4 de diciembre y 11 de agosto) sirven para escenificar la fragmentación de los nacionalistas”. (Esto último, desgraciadamente, lo volveremos a repetir para vergüenza de todos los andaluces el próximo y cercano 4 de diciembre de 2014)

 
Más verdad no puede decirse con tanta claridad. Por eso este nuevo proyecto tiene que tener como visión el de convertirse en un referente en el debate sobre el desarrollo y defensa de los intereses generales del Pueblo Andaluz, y ser punto de encuentro y de pensamiento de las diferentes organizaciones democráticas nacionalistas andaluzas.
Si el Nuevo Proyecto Nacionalista que se configure es capaz de enterrar para siempre a los personalismos y sus intereses, y centrarse en los intereses generales del Pueblo Andaluz, bajo un proyecto común que se comparta e ilusione; si es capaz de fomentar los valores e identidad del Pueblo Andaluz en la defensa y divulgación de su cultura y su propia singularidad; si es capaz, en definitiva, de conseguir su unidad y movilización hacia una lucha imparable por alcanzar un futuro diferente, en el que los andaluces seamos protagonistas y únicos responsables, tendrá futuro como organización política.
Si esos son los principios verdaderos por los que  se va a dirigir, si es capaz de diseñar programas formativos y estructuras firmes de participación para sus militantes y simpatizantes, posiblemente se abra la esperanza a un nuevo nacionalismo andaluz acorde a las exigencias que el siglo XXI impone. Tal vez podamos soñar de nuevo en volver a ser lo que fuimos, tal vez el nombre de Andalucía recobre el sentido que tantos años de aculturación, expropiación cultural y de políticas colonialistas le han quitado.

Estemos atentos y participativos a todo lo que vaya a ocurrir para que, finalmente, el poder político no se vaya nunca de las manos de los propios andaluces.

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