lunes, 11 de enero de 2016

El orgullo de ser Andaluz





Es curioso comprobar cómo nuestras definiciones sobre lo andaluz rondan siempre en torno al orgullo de serlo, como si con esa sola palabra uno ya cumpliera con la obligación de ser o sentirse Andaluz.

Qué fácil resulta siempre recurrir a las mismas frases para expresar un sentir que se mueve casi continuamente más en el tópico que en lo verdaderamente genuino.

No cuesta demasiado valerse de ello. Es siempre el argumento más empleado o la respuesta más común que suele leerse en los foros o en las redes sociales.

Sin embargo, no es lo más importante el hecho de sentirse orgulloso de ser andaluz, sino estar complacido de serlo. Porque esto último está condicionado al progreso, al bienestar social e individual, a la educación, a la justicia, a la economía, al conocimiento de nuestra propia historia, a la conciencia de ser y de pertenencia…, y resulta complicado, teniendo en cuenta la realidad actual de Andalucía, sentirse satisfecho y afortunado solo por el simple hecho de ser andaluz bajo una situación que nos condiciona y atenaza.

Nada es gratuito. Y todo debe ganarse, hasta la misma acepción de Andaluz, aunque nos venga dada solo por nuestro lugar de nacimiento. Y que tampoco se consigue con los continuos golpes de pecho que nos damos a la menor ocasión, o estando alertas para contestar airados a los desafortunados comentarios de presentadores y políticos venidos a menos que siempre hacen, de manera peyorativa, sobre nosotros.


Vamos a dejarnos ya de pregonar tanto “orgullo de ser andaluz” y empecemos a demostrarlo de verdad. Vamos a empezar a ejercer verdaderamente de andaluces, a que podamos sentirnos satisfechos de serlo porque, entre todos, hemos conseguido mejorar nuestras condiciones de vida, nuestra cultura y nuestro progreso.

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