Una vez más se está produciendo
un debate en Andalucía ajeno a sus verdaderos problemas y situación actual. De
nuevo, los medios andaluces se hartan de analizar fenómenos electorales y debatir
encuestas políticas dejando a un lado las especificaciones concretas de
Andalucía. Bien instruidos por los partidos centralistas que nos gobiernan en
la Junta de Andalucía, acallan cualquier otra visión o interpretación de la
realidad andaluza y nos meten en debates ajenos
y en problemas que realmente ni son los nuestros ni llegan a ser para
nosotros prioritarios.
En
Andalucía no se genera un debate nacionalista porque no interesa despertar
conciencias tan adormecidas ya por los 35 años de régimen Pesoista. En
Andalucía, marginal e individualmente, nos manifestamos unos cuantos que
seguimos pensando que se hace necesario que exista un verdadero Poder Andaluz
que luche y persiga los intereses de nuestro Pueblo. Pero esa marginalidad no
es capaz de prender un debate que enganche de verdad y que fuerce a iniciativas
electorales con una filosofía auténticamente andalucista y con un programa
auténticamente andaluz.
Mientras tanto vienen a
instaurarse a nuestra tierra partidos como Podemos o UPyD que, presumiblemente,
van a repetir con Andalucía la misma historia
que el PSOE, PP e IU han hecho.
Nuestra realidad no interesa
realmente a nadie porque aquí no se hace nunca ruido. Porque la miseria aísla.
Porque la gran incultura y el analfabetismo funcional existente no van a
permitir que nadie cuestione otra cosa que no se aplaque con más limosnas y la
misma desconsideración de siempre del resto del Estado.
Andalucía no duerme, está
narcotizada. La han convertido en adicta de la superficialidad. Sus mediocres
políticos la quieren dependiente y sumisa. Y por eso la mantienen siempre
necesitada y nunca satisfecha. Siempre
dependiente y asustada. Y aquí siguen debatiendo cuestiones que nos pillan de
lejos, que no son acuciantes y nos quieren utilizar, de nuevo, como campo de
batalla de guerras de las que siempre salimos perdiendo, las gane quien las gane,
porque nunca son verdaderamente las nuestras.
Se hace necesario, en la coyuntura política que
nos encontramos, un análisis serio y profundo, alejado de los razonamientos
tópicos de siempre, de la urgencia de alcanzar un verdadero Poder Andaluz. Ha
de ser, por puro principio práctico y de supervivencia, aglutinador, flexible,
convergente y unificado entorno a la idea de alzar una voz auténticamente
andaluza que nos represente en nuestras Instituciones y en las del Estado
Español.
Si esta premisa no es capaz de reclamarla la propia
sociedad andaluza para las próximas elecciones, perdemos, en mi opinión, una
vez más la oportunidad de aunar fuerzas y voluntades y de que el sentimiento
Andalucista o del Nacionalismo Andaluz se quedé finalmente marginal o como
bandera puramente gráfica de aislados grupúsculos sin futuro alguno.
Esta responsabilidad histórica de conseguirlo,
por numerosos motivos y la propia y reciente historia, debe ser liderada en un
consenso político que mire más el sentido práctico que, incluso, el puramente
ideológico. Y ese consenso político debe plasmarse en un Programa Electoral que
consiga el apoyo y recomendación de todas las organizaciones que luchan y se
preocupan por Andalucía con un claro carácter andalucista.
Si no existe en la actualidad un
partido capaz de afrontar este reto y trascender a
sus propios intereses, con el objetivo general de liderar y aglutinar
tendencias nacionalistas de las diferentes Asociaciones, partidos minoritarios y Foros andaluces, habrá
que crearlo.
Capaz, además, de establecer pautas políticas determinadas
que aseguren en un futuro la
existencia de ese Poder Andaluz, con unos principios consensuados que harían bandera en un Nacionalismo que los
partidos centralistas nuca se atreverían a expropiar como lo han hecho con
otras reivindicaciones e ideas surgidas del Andalucismo
histórico.
Pero además, y por el puro principio de
satisfacer las necesidades de la sociedad andaluza, cuando éstas no han
sido solucionadas por los partidos centralistas,
deben ser recogidas por este partido como parte de su programa político e ideológico. De ahí
también la necesidad de conexión directa con muchas de las reivindicaciones
surgidas tras los últimos movimientos sociales y las necesidades más
extremas que está padeciendo gran parte de Andalucía.
Las diferentes situaciones
reclaman también diferentes liderazgos. Y para esta nueva situación que se
abre, se necesita de un Liderazgo nuevo y concluyente, con habilidades
infinitas de consenso y simplificación, y orientadas al medio y largo plazo,
dejando muy claro cuál es su identificación, comunicando un mensaje nítido
donde, sin lugar a dudas, se expresen las ideas programáticas,
la diferenciación de su estructura y
la novedad con respecto al resto de partidos. El hecho diferencial, es decir
las ventajas, es lo que se argumenta en los procesos de venta para que los
clientes opten por un producto u otro. En este caso, la argumentación, debe
estar bien definida y muy diferenciada de los principios programáticos que esgrimen
los partidos centralistas, de sus estructuras organizativas y de las conductas
viciadas y corruptas que les viene caracterizando.
Una nueva visión y un nuevo
Ideal que verdaderamente nos dé alas de libertad y dominio sobre nuestro propio
destino como Pueblo.

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