Vivimos en el mundo de las formas. En el mundo de las apariencias que también son formas. En el mundo de los gestos que siguen siendo formas. En el mundo de la televisión que es un continuo cañoneo de formas… Ni siquiera el periodismo se salva de esa incesante incursión y recreo en las formas.
El fondo se elude o se confunde en sus formas. No se critican ideas, sino las formas en que se llevan a cabo o la forma de exponerlas. Nos suelen perder las formas o, bien gestionadas, nos ayudan a alcanzar nuestros propósitos aunque, en algunos casos, el fondo no llegue a ser muy ensalzable.
Tal vez el fondo no justifique las formas como el fin no justifica casi nunca los medios. Esta situación llega a producir una inmovilidad absoluta en tanto en cuanto la forma, que es el despliegue, está continuamente cuestionada; mientras que el fondo, que es el enfoque, no pasa de ser simplemente sugerido.
Las acciones reivindicativas, simbólicas o de lucha abierta que ha emprendido el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), y que se han personificado en las figuras de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, han dado tanto que hablar que no ha habido medio informativo, nacional o extranjero, que no lo haya recogido dándole su personal explicación o interpretación. La mayoría de críticas recibidas se han centrado en las formas, incluso sobre supuestas y falsas formas que se les ha imputado gratuitamente, intentado desprestigiar el fondo de las acciones. El resultado conseguido por esos medios de comunicación, lejos de su intento de inmolar a los protagonistas o quitarles credibilidad, con su salta de mentiras, han logrado una mayor simpatía y una mayor adhesión a la causa por la que están luchando.
Por otro lado, en la mayoría de entrevistas televisivas que han podido verse en este tiempo, todos los esfuerzos de los periodistas o entrevistadores se han centrado en las formas, ninguno ha cuestionado seriamente el fondo. Tal vez porque nadie se atreve a cuestionarlo abiertamente, porque está cargado de muchas razones y porque tiene un peso que toca una dimensión sensible y difícilmente censurable: el Estado de Extrema Necesidad.

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