No es de ahora, pero quizás ahora se hace aún más necesaria
la existencia de un verdadero Poder Andaluz. Nunca ha existido de veras, ni siquiera en
aquellos años en que Andalucía tenía voz y acento propio en el Congreso de los Diputados
a través del Partido Socialista de Andalucía (PSA). Hoy no hay nada, ni siquiera en nuestro
propio Parlamento se alza una voz auténticamente andaluza, aunque sí se escuche
el acento. Un acento aprendido por los partidos centralistas que, oportunos,
han sabido expropiar el discurso y la estética andalucista, más obligados por los
oportunismos electorales que por una verdadera conciencia.
Andalucía, aunque sólo sea por la actual coyuntura política,
sin entrar siquiera en el tema de los sentimientos nacionalistas, necesita un
Poder Andaluz que salvaguarde y plantee nuestros intereses y nuestras
expectativas. No tienen cabida en ninguno de los partidos que hoy copan el Parlamento
Andaluz, menos aún, en el partido que ha gobernado a Andalucía durante 32 años
bajo un régimen que ha fomentado el tópico, como referente andaluz, y que ha
intervenido de manera partidista, favoreciendo u opositando, según el partido que
gobernara en Madrid. Eso, sin entrar ahora en toda la corrupción y abuso de
poder que ha tenido.
Pero la necesidad de un auténtico Poder Andaluz conlleva
también la fortaleza de formaciones políticas nacionalistas que en Andalucía,
por diversos motivos, nunca han llegado a cuajar del todo. Tal vez porque no
existe una clara expresión de voto hacia esas formaciones, ayudado por un
sentimiento claramente españolista que deposita su confianza en los partidos
centralistas; o bien, porque tampoco ha surgido aún un auténtico partido nacionalista que no se pierda en
continuos errores de liderazgo y ambigüedades ideológicas.
Las recientes movilizaciones protagonizadas por el SAT no
han arrancado ningún comentario de adhesión por parte de las formaciones
andalucistas, principalmente por el PA. Ha caído en la misma trampa de condena
que el resto de partidos y sólo IU, en esa hipócrita esquizofrenia que padece,
ha querido rentabilizarlas para sacar su propio provecho. Se equivoca el SAT si
cree que IU, cómplice de gobierno del corrupto PSOE en Andalucía, va a ser el
partido que los represente.
Más que nunca se presenta una oportunidad clave para la
formación de un Bloque Nacionalista Andaluz que, con la generosidad de todas
los partidos políticos y fuerzas sindicales que lo quieran formar, consensue un
programa, lo más amplio posible, y se presenten a las próximas elecciones
generales y autonómicas.
Andalucía, el granero de votos de los partidos centralistas,
no explota la fuerza natural que tiene al ser la comunidad más poblada del Estado Español,
la que podría decidir, si contara con una fuerza política propia, muchas de las
políticas ejecutadas por España y que, hasta ahora, han decidido siempre los
políticos vascos y catalanes y quienes no desean de ninguna de las maneras, al igual que los partidos centralistas,
que Andalucía tenga su propia voz y su propia representación.
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